domingo, 13 de febrero de 2011

Para que el amor madure

No debería ser complicado esto de enamorarse, esto de hacer el estómago residencia de tu nombre con alas, esto de ti como la razón de mis escalofríos, de mis suspiros y mis ojeras, esto de verte corriendo por mis venas, cuando amenazas con instalarte en mi corazón.
Sé que poco conozco de ti, pero comienzo a sentirte, con tactos sin actos en el pecho, que llevo en manos aquello que saque de mi cuerpo, que he guardado y hoy entrego sin negociaciones previas grabado con tu nombre, con mundos llenos de ilusiones, con estas ganas de tener conversaciones de boca a boca con algunas adicciones.
Todo esto es inesperado, pero supongo que debí haberte conocido ya hace muchas vidas, sin prisas, en una tarde cualquiera, o en una noche como esta, que quisiera sentirte y buscarte en sueños bajitos, siempre al oído, cuando a últimas fechas despierto siempre a kilómetros de mi cama, tan cerca de ti que se me vieran gastado los besos que te asigne para esta vida y la siguiente.
Me haces redescubrir algunas ilusiones, algunas partes de mi cuerpo que creí muertas, agotadas, pero apuro a quitar el polvo para entregarte cada una de ellas, como nuevas, como intactas para cuando tu mano guarde la mía y no necesitemos más… y al final de todos los tragos amargos, sepas que aun estaré ahí esperándote.

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