lunes, 2 de mayo de 2011

Para ser sincero...

Para ser sincero,
te busco todas las noches,
tardes, días, madrugadas,
te busco en todo el calendario
y de ti aún no sé nada.

¡Para ser sincero, ya no te espero, por eso te busco!

Para ser sincero,
estás como que haciéndole falta a mi mano cuando voy por la calle,
estás cómo faltándome en el parque,
en el cine, en las reuniones familiares,
donde mi hombro apetece  a tu cabeza.

Para ser sincero,
no sé si he de encontrarte,
a veces juego a adivinar tu nombre
y me pregunto qué tan bien se ve junto al mío.

Para ser sincero,
hoy te necesito aquí en lugar de mi almohada,
te necesito para verme en tus ojos,
para recorrer tu piel delicada,
te necesito para usar la cama y dormir,
para ya no dar vueltas tratando de cubrir tu espacio.

Para ser sincero,
ya no quiero escribirte,
me di cuenta de que ni con esto llegas.

Para serte muy sincero y no mentirte,
ya no hay nada en mí que no esté buscándote…

¡Amor de mi vida!

Nada hay en mi cuerpo...


Nada hay en mi cuerpo y en mis textos que no te ame,
que no te desee, que no te sueñe a diario.

Nada hay que decir de lo que es obvio,
pero ¿qué tiene tu espalda?,
¿será la piel misma de tu cuerpo que seduce a mis letras que aún maduran?.

Mis labios me han dictado algunos besos para escribirlos en tu espalda,
mis manos necias, insisten en acentuar tus lunares,
y acompañarlos con vocales hasta llegar a tu cintura.

Tengo ganas de morir y renacer en cada parte de tu cuerpo,
que te alimentes de mí a todas horas,
que no tenga límites la entrega.

Y sin ignorar otra parte de tu cuerpo;
¡que hermosa espalda tienes!
eres la hoja perfecta, imán de mis letras.